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Carla, la Italiana

  En los campos de Cardales, bajo el cielo azul sin fin, Vive Carla, la italiana, con su alma llena de pasión. Aventurera y valiente, como el viento que susurra, Surca mares y nubes, en su búsqueda sin tregua. Conoce cada sendero, cada flor y cada rincón, En su mirada brillan estrellas, en su voz, sabiduría. Encuentra en cada rostro, un universo por explorar, Y en cada palabra, un puente para conectar. Carpe Diem, su lema, en cada alba y atardecer, Abrazando el momento, sin temor a perder. En su globo aerostático, desafía la gravedad, Volando alto, sin miedo, hacia la inmensidad. Y cuando el sol se oculta, y la luna dibuja su lienzo, Carla sigue siendo ella, en su mundo sin remiendo. Así es ella, un poema en sí misma, en cada latido, Una musa de aventura, en este mundo compartido. En los versos de la vida, su historia siempre escribe, Carla, la italiana, en la memoria perdura. En cada paso, en cada suspiro, su legado revive, En el corazón de quienes la aman, su luz sobrevive.

Entre Puros y Secretos: El Agente Cordero

El ambiente ahumado del lugar impregnaba cada rincón del antiguo café al que "Cordero" había sido enviado. El aroma a whisky y puros flotaba en el aire, envolviendo a los hombres poderosos que, ajenos a todo, continuaban sus confesiones clandestinas.

"¿Whisky o puro, señor?" preguntó el camarero, rompiendo la atmósfera de confidencialidad que se respiraba. Mientras tanto, Cordero, disfrazado entre la multitud, recorría el café con la mirada aguda, captando cada palabra, cada gesto, como piezas de un rompecabezas que debía resolver. 

El bullicio de las conversaciones apenas era más que un murmullo de fondo para él. Se integraba con la multitud, pasando desapercibido como un simple espectador; sin embargo, su mente orquestaba cada movimiento. Mantenía su postura con un propósito oculto y una claridad que dirigía cada uno de sus pasos.

En ese oscuro antro de confesiones veladas, Cordero adoptaba una estrategia insólita: rodearse de individuos mediocres para ocultar su verdadero propósito. Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar, revelando un panorama turbio de traición y manipulación.

Entre sorbos de whisky y bocanadas de puro, las confesiones de gremialistas, políticos y empresarios revelaban el entramado de la conspiración. Cordero actuaba como un director invisible en este teatro de sombras, captando información vital sin levantar sospechas.

Con la astucia de un depredador camuflado, Cordero desbarató la conspiración que acechaba la destitución del recién elegido mandatario. En un acto decisivo, un silencio resonante marcó el final de la traición en el ambiente viciado, donde el aroma a pólvora se sumo y entremezclo con la penumbra.

En la quietud de su victoria encubierta, Cordero se desvaneció en las calles de Buenos Aires, llevando consigo no solo el conocimiento de su triunfo, sino también la certeza de que, en ocasiones, aquellos disfrazados como corderos pueden ser los lobos más peligrosos.

Comentarios

  1. La narrativa fluye velozmente con una descripción exquisita, la cual, transporta a uno al lugar de los hechos.

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